CONFLICTOS ENTRE VECINOS Y MILITARES POR EL USO DEL MONTE DEL CASTRO A FINALES DEL SIGLO XVIII
Gracias a varios expedientes de 1776, 1792 y 1796 que guarda el Archivo Municipal de Vigo, conocemos los conflictos o enfrentamientos que a finales del siglo XVIII, se van a producir entre diversos vecinos de las parroquias de Santo Tomé de Freixeiro y Santiago de Vigo contra los militares gobernadores de la plaza de Vigo, por el uso y disfruten que desean hacer para el aprovechamiento de los recursos naturales del monte de O castro, siendo el Concello de Vigo, el que va a tramitar las quejas recibidas y será el intermediario en la defensa de las peticiones vecinales a las las autoridades competentes.
El origen de estas disputas es el aprovechamiento que hacen los habitantes cercanos a este monte, recogiendo sobre todo “xabre” (granito en descomposición) y tojo, así como pastar ganado, cazar o pasar libremente o con carros por dicho lugar o sus cercanías.
Evidencia en si, el mal estado que se encuentra la fortaleza que posiblemente se reduce al primer recinto en donde se encuentra el acuartelamiento militar.
El origen lo tenemos en el bando de Diego de Sousa, comandante de la plaza, cuando se coloca el anuncio a finales de 1775, en las puertas de O Placer y A Falperra, prohibiendo lo que hemos expuesto y sancionando a los que lo infrinjan.
Al cabo de pocos días ya se presentan denuncias contra esa medida, en las que se expresa que los propios militares hacen uso indebido del monte, en ocasiones en beneficio propio y otras cobrando por ello. Se van a citar diversas actuaciones por parte del poder militar, que dejan en evidencia que la citada prohibición no es cumplida ni por los militares, que en todo caso van a buscar justificaciones generales para dilatar la toma de una decisión definitiva del problema que se plantea.
En años sucesivos tanto vecinos como militares se enfrentan entre ellos, exponiendo cada uno para su reclamación, diversos datos que hacen dilatar la resolución del problema hasta mediados de 1796, en que se decidirá el uso legítimo del monte para la extracción de los materiales pétreos y vegetales, así como la libre circulación de personas y transporte por el monte, en las zonas que se indican para ello, evitando las áreas que podrían suponer un impedimento para la buena defensa de la fortaleza.
Estos enfrentamiento nos dejan claro que la fortaleza de Nuestra Señora de O Castro, en esa época, está en un mal estado de conservación (lo califican en varias ocasiones como “ruinoso”), que nos hablarían de un casi total abandono posiblemente del tercer y segundo recinto del sistema defensivo del castillo del castro. El reducto de San Felipe y su camino cubierto que lo unía al tercer reciento en si, por la distancia existente de éste, con la fortaleza principal, también se encontraría en estado lamentable y posiblemente sin guarnición siquiera.
La parte alta, con un perímetro de muralla más pequeño y por ello más fácil de conservar y también más fácil de vigilar y defender, sería la única parte de la fortaleza original que estaría a pleno funcionamiento y en ella se conservarían aún la casa del gobernador, cuarteles para la tropa, un polvorín, un cisterna y varios almacenes que usarían la antigua ermita para estos menesteres. También estarían operativas las galerías subterráneas, que vemos que se van ampliando a lo largo de los años.
Nota.- Plano de la fortaleza de Nuestra Señora de O Castro de Vigo, hacia 1786, de autoría de López Sopeña.
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