DEL POBLADO GALAICO-ROMANO DEL CASTRO DE VIGO A LA FORMACIÓN DEL VIGO ROMANO

 

Según los registros arqueológicos actuales podemos hablar que el poblado galaico-romano del Castro de Vigo, presentando su máximo extensión habitacional, que podemos fechar su inicio hacia el siglo I antes de Jesucristo y su período de mayor auge económico situado durante todo el siglo I después de Jesucristo. De las casi posible 20 hectáreas de ocupación del monte podemos deducir unos 3.000 habitantes para esa época.

Es en este período cuando hará su aparición de la vivienda de muros rectos, de planta cuadrado o rectangular y con techado con teja romana (los denominadas “tegulae” e ímbrices). Este hecho es sin lugar a dudas, un claro ejemplo de aculturación y aceptación de sistema constructivo que era nuevo en los siglos anteriores. Es interesante hacer notar que con ello no se dejará de construir edificaciones cuya tipología marca la etapa precedente y con ello, lo que vamos a tener, en la mezcla de los dos tipos de construcciones en los siglos que estamos analizando.

En esta época se intensifica cada vez el comercio atlántico con otras zonas del imperio romano y el incipiente puerto localizado hacia la parte inicial del occidente del Areal, que hará que poco a poco, la mayoría de la población del castro de Vigo, realice su mayor actividad económica vinculada a las relaciones comerciales y el transporte de las materias primas y productos manufacturados y posiblemente parte de ellos, se vaya planteando el cambiar el lugar que han vivido hasta el momento, algo alejado al litoral marino y para ello se trasladen al citado lugar y sus alrededores, a ambos márgenes del mismo.

En grandes castros de la comarca podemos observar también su máxima expansión en este marco cronológico, como podría tratarse de los yacimientos de A Guía y O sino (en Teis), Plaza dos Mouros (en Codeside, Candeán), Casás (Comesesaña),..y en cambio, otros, más pequeños, van a dejar de desaparecer, pues hemos de pensar, que su función esencial ya no la van a desempeñar en este nuevo marco comercial, como será el caso del castro de la isla de Toralla.

A ello también hay que unir las personas que van a llegar aquí, buscando nuevas posibilidades económicas, bien documentadas las procedentes de la meseta española, pero sin duda, también otras más cercanas a Vigo, que se verá como un núcleo de atracción para ellas, así como otras que pudieron venir de áreas geográficas más lejanas, como nos lo hace pensar datos arqueológicos que están en estudio en la actualidad.

Tenemos que recordar que de esta época no se ha documentado hasta la fecha, ningún hallazgo ocupacional en esta zona portuaria, pero si enterramientos de incineración y sólo va a aparecer yacimientos habitacionales a partir del siglo III y vinculado a las conocidas como villas romanas o industrias de manufacturas, que nos hablarán de la ubicación de la población y sus zonas de trabajo.

Es interesante analizar este dato. No poseemos con los conocimientos que tenemos en estos momentos de villas romanas con fechas de formación o funcionamiento de las mismas para los dos primeros siglos de nuestra era. Esta circunstancia no se da en otros yacimientos similares en otros lugares de la geografía de la península ibérica, que ya tienen registros en los siglos I-II después de Jesucristo.

Por lo expuesto a juzgar por los datos expuestos tenemos que pensar que al poblado galaico-romano del castro de Vigo, con la extensión citada, habría que añadirle el área de costa de la que hablamos, así como la zona dedicada a la agricultura y ganadería (que podemos situar hacia el naciente del monte, en lo que se conoce como A Ladeira). Con ello tendríamos un yacimiento arqueológico con una más que considerable extensión, que en los siglos siguientes, abandonando por lo menos en parte del asentamiento inicial del Castro de Vigo, se va trasladar paulatinamente a la franja costera en donde se va a desarrollar una mayor actividad industrial y comercial.

Para finalizar y tratando sobre el tema del nombre que posee esa nueva población, tenemos que ser cautos y esperar a nuevos estudios y/o hallazgos que nos ayuden a ello. No poseyendo el topónimo con el que era conocido el castro de Vigo, en sus inicios y hasta la llegada de los romanos a nuestras costas, el nombre que le dan estos a nuestra ciudad son varios dependiendo de los investigadores que han trabajo en ello. Desde el clásico Vico Spacorum, al Vicus Helleni o últimamente por Búrbida.

Lo que tenemos claro es que esta naciente población va a ser considerable y va a poseer una fuerte economía que poco a poco se irá incrementando y que aunque no va a tener un carácter administrativo y político importante dentro de la administración romana, por lo que no se van a construir grandes edificaciones típicas de las grandes ciudades con dicha connotación (no descubiertas por lo menos hasta ahora), la realidad de los hallazgos arqueológicos nos hablan con fuerza de una gran agrupamiento poblacional, que continuará vigente hasta el siglo VI después de Jesucristo.

Nota.- Ilustran estas breves líneas, en primer lugar, una vista de tres construcciones reconstruidas en el castro de Vigo (una de planta rectangular y techumbre de tejas romanas) y dos de tipología claramente de la etapa anterior; y luego dos objetos localizados en las excavaciones arqueológicas del castro de Vigo: una vasija (restaurada y reconstruida) procedente del centro de la península italiana y una monedas romana (anverso y reverso) del emperador Octavio Augusto, acuñada en las denominadas “cecas ibérica de valle medio del Ebro”, que se unen a otras procedentes de Cádiz, Sevilla, Mérida, Évora,..

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