EL CASTRO DE VIGO EN LOS RELATOS DEL SAQUEO DEL CORSARIO INGLÉS FRANCIS DRAKE (I)

 

En el segundo volumen de la obra colectiva titulada “Memoria artis studia in memoriam Mª Dolores Vila Jato”, coordinada por Marís del Carmen Folgar de la Calle y bajo la dirección de Ana Eulalia Goy Diz y José Manuel Bernardi López Vázquez, se incluye un conciso pero bien fundamentado trabajo de José García Oro y María José Portela Silva, titulado “Vigo en 1589. Gestos y testimonios ante la invasión de Francis Drake”, publicada por la Xunta de Galicia, en Santiago de Compostela en 2003, ocupando las páginas 440 a la 458 del citado tomo.

En este estudio tenemos dos cuestiones de gran interés para este blog: la primera, nos da la secuencia real y breve de los acontecimientos históricos con su cronología correspondiente. Y la segunda, la poseemos en dos apartados de su Apéndice Documental: en el que lleva por título “ Relación para el Consejo Real: “información de lo sucedido en la villa de Vigo” y en el denominado “Testimonios directos sobre la invasión y destrucción de la villa de Vigo por Francis Drake en los días 29-30 de junio y 1-2 de julio de 1589”

Hoy presentamos la secuencia cronológica del ataque y saqueo de Drake, copiando literalmente, lo expuesto en el citado artículo, pues considero que se trata de la mejor y sucinta relación en tiempo real de dicho episodio histórico, basado en fuentes documentales de la época:

He aquí la breve cadencia de los acontecimientos:

– 29 de junio de 1489, jueves, día de San Pedro, apenas amanecido, entre las nueve y diez de la mañana, se divisa en las islas Cíes la armada de Drake; unas treinta naves que parecen moverse hacia Vigo;

– la villa tiene en pie un pequeño gobierno de urgencia: preside el juez arzobispal Gonzalo de Ayora de Torquemada y lo acompañan los capitanes Gregorio de Pazos, Francisco Pereira y Fernán Pereira, que están en vela y buscan inmediatamente la ayuda externa, es decir convocan a una acción inmediata a los capitanes de Baiona, Tui, Porriño y Salvaterra;

– ausentes los pescadores, que están en la pesca del congrio, en la costa de Portugal y desguarnecida la marina, apenas es posible reclutar vecindario que pueda improvisarse como batallón de resistencia, pero se intenta con escaso éxito;

– llega mediodía y la pequeña nube de las Cíes crece y se acerca, amenazadora: al atardecer cubre una legua de la marina viguesa y se le ve dispuesta al cerco; la improvisada milicia viguesa de unos noventa y cuatro vecinos, se apuesta estratégicamente en los parajes más encumbrados de la villa con un peso mayor en la calle Falperra; mientras tanto “ciertos hidalgos de la dicha villa” desalojan cuidadosamente los dos conventos de Los Remedios, femenino, y Santa Marta, de frailes franciscanos, éstos plenamente entregados en la resistencia que tiene en el guardián franciscano, Fray Juan de la Asunción, a una de sus mejores cabezas.

– 30 de junio, viernes: Vigo amanece plenamente acosado por un enjambre de barcos que la imaginación cifra en dos centenares, si bien sólo logra contar unos ciento cuarenta, en los que se agitaba una tripulación que se calculaba en seis mil o siete mil hombres. De momento les hace frente la pequeña guarnición, que se concentra en el cabo de Laxe y es reforzada por la artillería previamente apostada en diversos rincones de la pendiente viguesa. En consecuencia, los asaltantes parecen retraerse, mientras planean su posible desembarco en zonas desguarnecidas de Teis, donde los vigueses huyen, despavoridos, hacia el Castro de Vigo, ante las ordenadas banderas de los asaltantes que destruyen y queman cuanto encuentran a su paso en las áreas de Teis y de Bouzas. Temerosos de verse acorralados en el Castro, los mermados centinelas vigueses corren sigilosamente hacia otro paraje, sito fuera de su villa: en A Gandariña. En este nuevo parapeto se disponen a contener pequeñas irrupciones banderas enemigas que circulan por las cercanías. Al parecer aciertan en la nueva estrategia y llegan a causar muchas bajas a los asaltantes: unos trescientos habrían caído muertos en los dispersos caminos vecinales.

– 1 de julio, sábado: Vigo amanece en silencio de velatorio, como una ciudad muerta. ¿Se prepara una emboscada? Fray Juan de la Asunción, disfrazado, recorre a escondidas las cercanías de Vigo, perdido entre los viñedos, hasta auscultar en una aparente lejanía murmullos y luego gritos de pelea. Son los “caballeros de Vigo” que recorren cautelosamente las calles en busca de enemigos perdidos a los que eliminar. Se abre el día y los defensores de Vigo siguen sin rumbo, desolados porque los capitanes de las poblaciones vecinas no comparecen en este momento en que sería posible una revancha ejemplar contra los invasores. A la tarde llega por fin el único contingente de artilleros que está dispuesto a socorrer Vigo: los “sesenta arcabuçeros de la Compañía de Tuy, los quales llegaron quando ya era fenesçida la escaramuça”. A pesar del retraso supieron dejar el sello de su arremetida en una nueva escaramuza contra los ingleses en retirada, que volvieron a dejar en tierras viguesas otros trescientos muertos y algunos prisioneros.

El día 2 de julio de 1589 parecía haberse acabado el drama: los aventureros de Drake se hacían a la mar a toda prisa y desaparecían del horizonte, mientras los vigueses regresaban a su villa para contar ruinas. “

Nota.- Ilustra estas líneas un detalle del conocido mapa del Reino de Galicia, realizado por el geógrafo gallego Hernando Ojea y grabado en Holanda hacia 1666, unos años antes de ocurrir el hecho histórico narrado.


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